Análisis de Reputation de Taylor Swift: ¿La antigua Taylor ha muerto?

En 1966, dos investigadores llamados Rosenthal y Jacobson hicieron una investigación en una clase de alumnos. En ella asignaron roles predefinidos a los chicos, determinando quienes iban a ser “los listos” o “los rebeldes” desde un principio. El resultado fue que la mayoría de los niños se acabó convirtiendo en lo que se le había asignado, aunque este reparto no se basara en la realidad. Esto es lo que se conoce como el Efecto Pigmalión o profecía autocumplida.

Taylor Swift empezó su carrera en la música siendo la chica buena de la industria. Escondida tras su guitarra, cantaba temas de amor country y aseguraba estar concienciada con el ejemplo que debía darles a sus fans. Durante todos estos años, ha ido evolucionando en sonido, como podéis escuchar en La Lista de este mes, de forma muy orgánica. Siempre siguiendo un camino en línea recta, Taylor es de esas artistas que, como por ejemplo Adele, basan sus discos en su biografía. Sin embargo, Reputation no sigue el mismo esquema, no es un paso más en esa línea recta, sino que frena, gira y da volantazos.

Y es por esto que el álbum comienza con ...Ready For It?, en la que lo primero que hace es aclararse la voz. Taylor quiere remarcar que esto es diferente y por eso nos pregunta si estamos preparados. Este tema nos introduce tanto en letra como en sonido a esta nueva era, siendo un puente entre lo que escuchamos en 1989, más melódico, y la electrónica robótica de este disco.

Es esa Taylor con carácter la que viene a poner los puntos sobre la íes en End Game, un Bad Blood cantado en el que se une Ed Sheeran, el que podría ser su homólogo masculino en la música, y Future. Así, crea una colaboración llena de ritmo y muy urbana, uniendo a tres cantantes con mala reputación. En este tema R&B deja claro que es ella y no otra la que va a acabar con este juego que hay a su alrededor.

¿Cómo lo va a hacer? Os preguntaréis. Para esto, Swift abraza ese lado oscuro del que todo el mundo habla. No lo niega, sino que lo admite y da razones por las que hizo cosas malas. Es así como nace la bilogía de I Did Something Bad y Don’t Blame Me, dos de las mejores canciones del álbum. En ellas representa ese lado maligno con una electrónica oscura fantástica. En la primera, la más cañera, Taylor no tiene problemas en relatar que, sí, hizo cosas que no debía, pero fue lo que tenía que hacer en ese momento y volvería a hacerlo. Esto continúa en Don’t Blame Me, una canción más pausada en la que nos pide que no le culpemos, que ella es así; el amor le vuelve loca y por eso lo utiliza en sus letras. Aquí la electrónica lo envuelve todo, sintiéndose como un latido.



Precisamente por todo lo que supone, estar con ella no debe ser nada fácil. Es por eso que si un chico quiere ser su pareja, es porque de verdad le gusta. En Delicate, un tema mucho más íntimo, se dirige a él, avisándole de lo que le espera. Utiliza un recurso parecido al que usa Katy en Mind Maze, sirviéndose de retoques vocales. Aquí escuchamos una electrónica más relajada, usando tintes de tropical house, una producción que suena bien, pero un tanto pasada de moda.

Y llegamos a EL tema. Taylor Swift volvió totalmente transformada en Look What You Made Me Do, una canción muy muy oscura con claras referencias al sonido de Blackout de Britney Spears. Y como si esto no fuera suficiente, la acompañó magistralmente con su mejor videoclip hasta la fecha. En este primer single Taylor echa en cara a los medios y a todos sus enemigos que si ha tenido que ser mala, ha sido porque ellos le hicieron serlo. Ya no volverá a cogerles el teléfono porque para ellos ella está muerta. Una perfecta primera presentación, llena de poderío, ironía y con un toque de misterio.

Pero después de toda esta vorágine de electrónica, Taylor baja el ritmo con una base urbana y nos dice So It Goes… (algo así como “y así son las cosas…”). Ya nos ha contado por qué ha hecho lo que ha hecho y ahora “podemos seguir”. Y es aquí donde entendemos cómo funciona Reputation. Imaginaos que la discografía de Taylor Swift es una conversación entre ella y sus fans frente a frente. Ahora imaginaos que hay un momento en el que aparecen más personas a su alrededor que no paran de interrumpirla y dejamos de escucharla. Lo que hace Taylor entonces es girarse, mandarles callar y, solo entonces, continúa.

Es por eso que, aunque siga presente la electrónica con una base muy pop, Gorgeous se siente muy 1989, concretamente muy Blank Space. Aquí saca ese lado más juvenil y nos relata una noche en la que conoció a un chico en un bar. Lo curioso de este tema es que lo presenta como algo ingenuo, infantil incluso, pero habla de estar borracho y de engañar a su novio, si leemos entre líneas.

Y precisamente de esta historia sale Getaway Car. Porque si prestamos atención a lo que nos cuenta, Taylor ahora continúa con su biografía cantada y nos relata cómo conoció a Tom Hiddleston mientras Calvin Harris, el que era su novio, pinchaba en un pub. Pero precisamente por eso, esa relación con Tom no llevaba a ninguna parte, era un coche en el que estaban escapando de sus vidas, pero que no tenía un lugar al que llegar. La producción no destaca especialmente, pero se respira esa sensación de libertad.



Taylor, tan clara como siempre son sus letras, sigue pasando hojas en su particular diario como ya nos anticipaba en Don’t Blame Me. Y es que después de esos ires y venires entre Calvin y Tom conoció a su actual novio, Joe Alwyn. Es a él al que le dedica tres canciones de su álbum: King Of My Heart, Dancing With Our Hands Tied y Dress. Las tres toman el sonido que traía 1989 y lo mezclan con las bases más hip-hop de esta era. En la primera nos habla de cómo conoció a Joe que, unida a Dress y su lado más sexual, hacen una muy bonita carta de amor. Aunque la más interesante es Dancing With Our Hands Tied. Con una producción muy I Knew You Were Trouble, relata ese momento en el que los medios descubren su relación y una avalancha se lanza sobre ellos, pero Taylor solo le pide que siga bailando como si nada estuviese pasando.

Y llegamos al cierre del álbum. Taylor vuelve a girarse y habla a sus enemigos resumiendo todo lo que les ha dicho en That Is Why We Can’t Have Nice Things. En este tema vuelve la Taylor robótica e irónica del comienzo resumiendo los primeros tracks del álbum con una letra tremendamente divertida. Después tenemos la íntima Call It What You Want, que serviría como conclusión de la segunda parte, la que habla de ella. Esta es su vida ahora, con Joe a su lado, “llamadlo como queráis”. New Year’s Day, la última canción del álbum y la más orgánica, ahora sin rastro de electrónica, es la moraleja de Reputation. Después de “la fiesta” y el caos de ayer, se queda sola con él a recoger la casa. Año nuevo, vida nueva, que se dice.

Como con el Efecto Pigmalión, en Reputation Taylor Swift se convierte en la villana que todos le habían dicho que era. Es por eso que en Look What You Made Me Do resucita, porque después de responder a la prensa, vuelve a ser escuchada y puede seguir contando sus vivencias al público en esa larga conversación frente a frente. Estas dos fases se distinguen claramente tanto en la producción como en la voz de Taylor, gracias a su interpretación y a los retoques vocales.

Reputation es un gran álbum pop, en el que Swift se vuelve a posicionar como una de las mejores compositoras del panorama. Pero también es un gran álbum dentro de su carrera, experimentando con la electrónica más oscura, aprendiendo de las que vinieron antes que ella como Britney, y fusionándola después dentro del sonido que traía 1989. A muchos, incluido yo, nos habría gustado que la oscuridad del principio se extendiera por todo el álbum; pero entonces Reputation no transmitiría el mensaje que buscaba. Llevamos desde que empezó la era haciendo teorías sobre a quién mata Taylor, ¿a la antigua Taylor? ¿a la mala reputación? La clave es que ella no mata a nadie; porque en el vídeo de ...Ready For It? destruye a la Taylor maligna, pero como vemos después en sus ojos, lo hace interiorizándola, asumiendo que forma parte de ella. Taylor Swift no era coherente como personaje, pero la clave no es que cambie por completo, sino que ese cambio se integre dentro de su personalidad.








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