El arcoíris es un fenómeno
atmosférico que se produce cuando un rayo de luz solar impacta sobre una gota
de lluvia. Esta luz, en origen blanca, cambia de dirección y se transforma en
un abanico formado por siete colores que surcan el cielo formando parte de un
círculo perfecto.
Los últimos años en la vida de
Kesha, ahora sin rastro del símbolo del dólar, han debido de ser un verdadero
infierno. En la grabación de sus dos primeros discos, Rose sufrió una presión
tremenda, unida, según cuenta, a constantes agresiones sexuales por parte de su
principal productor. Lo que le acarreó, por si no tuviera suficiente, una serie
de tastarnos alimenticios.
“Am I dead? Or is this one of
those dreams? Those horrible dreams that seem like they last forever?” “Please
just let me die. Being alive hurts too much”. Con estas palabras tan duras y
oscuras nos daba la bienvenida a su nueva era. Una escena en blanco y negro con
ella tirada en medio del mar.
Bastards abre el tercer álbum de Kesha mencionando a las personas
que le han hecho daño. Una canción que cuenta con solo una guitarra de
acompañamiento y en la que su voz es la gran protagonista. Me gusta pensar que
este tema es ese rayo de luz blanca e inocente que choca con la tormenta que
poco a poco se va amainando. Un tema fantástico para abrir el álbum.
Pero Rainbow llegaba a nuestros oídos unos meses antes de la mano de Praying, su primer single. Con esta
tremendísima balada que empieza de lo más profundo y que sube hasta el cielo
nos narra su renacer llenando de color lo que antes eran tonos grises. Este
tema compuesto por ella y producido por Ryan Lewis es, sin duda, uno de los mejores de su
carrera. Al igual que el haz de luz cuando choca con el agua, Kesha cambia de
dirección y toma un camino totalmente diferente, mucho más orgánico y honesto.
Es ese momento donde entendemos
de qué va el nuevo disco de Kesha. Después de todo lo que ha pasado, la
cantante nos trae un mensaje de superación y de aprendizaje. Canciones como Let ‘Em Talk o Learn To Let Go nos animan a dar valor a las cosas verdaderamente
importantes. La primera trae un mensaje parecido a Rumors de Adam Lambert, con una producción divertida mucho más
cañera que el primer track del álbum y que en algunos momentos me ha recordado
a la desaparecida Avril Lavigne. Learn To
Let Go, por su parte, habla de dejar las cosas malas atrás acompañada de
una de las producciones más comerciales y positivas de Rainbow. Una lección que toma mucha más fuerza cuando para ello
tiene que reencontrarse con la niña que fue una vez, como nos muestra en su
videoclip.
Después de todo lo que ha
pasado Kesha por el hecho de ser mujer, era necesario que trajera un mensaje de
empoderamiento, uno que dijera lo orgullosa que se siente de serlo. Aquí es
donde aparece Woman, una canción algo
infravalorada que me recuerda poderosamente a nuestra querida Amy Winehouse en
las estrofas, gracias a esa perfecta combinación entre piano y saxofón.
Porque sí, Rose sabe que el
mensaje que lance ahora va a ser importante para muchos jóvenes. De este
pensamiento sale Hymn. Uno que habla
de esta generación de chicas y chicos que escucharán Rainbow en “ese momento” de sus vidas. Es por eso que es la que más
presta atención a las tendencias tocando un R&B bastante resultón, sin
llegar a ser de lo más brillante del álbum. Aunque sería un estúpido si pensara
que el country y la temática Western no son de la misma forma una tendencia,
aunque casen a la perfección con la esencia de esta nueva Kesha.
Finding You es el tema que cierra la primera mitad del álbum en el
que habla a su futura pareja, a esa a la que le prometerá amor eterno. Una
eternidad en la que cree, según nos cuenta. Un tema que nos enseña ese lado
espiritual que también tiene la cantante y que nos lleva a Rainbow, el epicentro del álbum.
En raras ocasiones, cuando un
arcoíris aparece, se da un fenómeno difícil de ver. Hay veces en las que al
impactar ese rayo de luz con las gotas de lluvia, se crea un segundo arco sobre
el primero formando un arcoíris doble. Son catorce los temas que forman este
tercer álbum de Kesha y son dos los Rainbows
que podemos escuchar en él. Las primeras siete canciones nos traen las
lecciones que la cantante ha aprendido a lo largo de estos años. Pero entonces
llega la canción que da título al álbum, una balada íntima que va tomando más
epicidad conforme llega al final, gracias a la orquesta que la acompaña. Este
tema abre otro arco de siete canciones que hablan de liberación y en las que
Kesha se toma la libertad de experimentar con distintos estilos musicales.
Es por eso que las tres
siguientes canciones son tan especiales en producción. Hunt You Down es un tema muy divertido que nos demuestra lo bien
que se mueve Rose en los estilos country-folk. Después tenemos Boogie Feet un tema más rockero en
colaboración con Eagles of Death Metal (al igual que Let ‘Em Talk). Esta canción saca todo el jugo de la Kesha más cañera
que ya testamos en Dirty Love de Warrior. Y cierra el trío Boots, un track que sorprende por lo
atrevido que es. La letra divertida y sexual encaja a la perfección con una
producción trabajada con muy buen gusto y que cuenta con uno de los mejores preestribillos
del disco.
De la misma forma que en la
primera mitad del álbum, Rainbow termina
haciendo referencia a la Kesha más tierna y enlazando con un mensaje espiritual.
Old Flames (Can't Hold a Candle to You)
es ya una antigua conocida. Tuvimos un cover del tema de Dolly Parton en su EP Deconstructed y ahora nos vuelve a traer
una nueva versión de la canción que compuso su propia madre, esta vez en
colaboración con la cantante. Y Godzilla
es una fantástica fábula de lo que es querer a alguien al que todos consideran un
monstruo. Un tema contado como un cuento infantil que es básicamente una
genialidad.
Y por último tenemos Spaceship. En este álbum Kesha nos
demuestra constantemente lo buena compositora que es, pero es llegar a este
tema y ponerme los pelos de punta. Kesha cierra Rainbow volviendo a hacer referencia a la muerte, a la eternidad y reflexionando sobre nuestro mundo desde lo lejos, todo ello acompañado de un
ukelele y un toque psicodélico.
Al final tenemos un conjunto de elementos muy diferentes,
muchos colores, pero que encajan a la perfección, como pasa en la portada. Una
obra creada por Robert Beatty, Brian
Roettinger y Olivia Bee muy Dalí, que me dejó patidifuso.
Con Rainbow, Kesha lanza su mejor álbum hasta la fecha. Un año después
de Joanne, la cantante estadounidense
hace un ejercicio parecido al de Lady Gaga y, sin embargo, consigue marcarse su
particular Born This Way. Un disco
lleno de luz con dos mitades bien diferenciadas que trae un mensaje de
superación a las nuevas generaciones y asienta a Kesha como una de las
cantantes más interesantes de los próximos años. Vocalmente muy superior, Kesha
renace como un ave fénix después de todo lo que ha padecido y mira estos
últimos años desde la lejanía, habiendo aprendido muchas lecciones que ahora
nos traslada. Suelen decir que los grandes artistas han tenido que sufrir para crear
sus mayores obras, de la misma forma que solo después de la tormenta aparece el
arcoíris.
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